“Dejando allí y continuando durante tres días hacia el Este, llegas a Diomira, una ciudad con sesenta cúpulas de plata, estatuas de bronce de todos los dioses, calles pavimentadas con plomo, un teatro de cristal y un gallo de oro que canta cada mañana en una torre. Todas estas bellezas ya serán familiares al visitante, quien las habrá visto también en otras ciudades. Pero la cualidad especial de esta ciudad para el hombre que allí llega en una noche de verano, cuando los días son cada vez más cortos y las lámparas multicolores se encienden a la vez que se abren las puertas de los puestos de comida y desde una terraza grita una voz de mujer ooh !, es que siente envidia hacia los que ahora creen que han vivido una noche idéntica a ésta y que piensan que eran felices en aquel momento. “Ciudades y Memoria 1 (Italo Calvino, Las ciudades invisibles, 1972) En el artículo de este mes vamos a hablar de una ciudad muy especial. Pero primero hablaremos de sus habitantes, que son más especiales todavía. La mayoría de los que aquí habitan son como tú que estás leyendo esto y como yo que lo estoy escribiendo. Feos, guapos, altos, bajos, ojos negros, verdes, azules, más gordos, más flacos. Si viajas a esta ciudad, podrás encontrarte con cualquiera: Casados, viudos, solteros, con o sin hijos, con vidas vibrantes o quizás aburridas. Viajeros, inquietos, serenos, intrépidos, cautos, valientes, temerosos, apasionados. Lo curioso de este destino es que con quien allí te encuentres tendrá algo en común. La ciudad en cuestión está en Los Países Bajos y se llama: “Dementia Village”. La idea inicial surgió en 1992 de la mano de Yvonne van Amerongen una trabajadora de una residencia de ancianos. Yvonne creía que las personas con demencia preferían actuar con el entorno que estar sentados viendo la tele o simplemente dejando el reloj correr sin nada que hacer ni pensar. Esta idea cada vez tomaba más fuerza y, gracias a su empeño, en el año el 2009 Dementia Village abrió sus puertas. Diseñada por los arquitectos Molenaar & Bol & Van Dillen. La ciudad está constituida por dos bloques de edificios de ladrillo cara vista y cuenta con supermercado, peluquería, teatro, café y restaurante donde los pacientes se pueden mover libremente pues prácticamente todos los que allí trabajan son personal médico (médicos, enfermeras, auxiliares, trabajadores sociales, etc.). La construcción de “Dementia Village” tuvo un coste total de 19.3 millones de euros de los cuales, 17.8 fueron aportados por el gobierno local y el resto lo aportaron organizaciones locales. Otra forma de financiación consiste en que el teatro y la cafetería están abiertas al público en general, de modo que se consigue un doble objetivo: financiarse y que la gente que allí habita interactúe con todo tipo de personas. Esto, sin duda, es otro aspecto hacia la integración en la vida diaria en contraposición al aislamiento que sufren la mayoría de personas con Alzheimer o demencia. La ciudad cuenta con 23 casas donde viven 7 personas por cada una de ellas. Además se recrean 7 ambientes para que cualquiera que sea la procedencia o gustos de las personas puedan escoger el ambiente donde más integrados se sientan. Los ambientes son Stadse, para aquellos acostumbrados a vivir en ciudades, Gooise, para aquellos con sentimiento más aristocrático, Ambachtelijke para los acostumbrados a trabajar como artesanos o comerciantes, Indische, para los provenientes de Indonesia y las antiguas colonias Indias, Huiselijke para amas de casa, Culturele, para aquellos con profunda relación con el mundo del teatro y cine y Christelijke para aquellos para los que la religión es un aspecto esencial en sus vidas ya sean cristianos o de otra religión. Para que la vida en Dementia Village sea lo más cercana a la realidad que precedía a sus habitantes no solo el diseño interior de cada uno de los ambientes está adaptado al estilo de vida que de él se desprende, sino también la música que suena en cada uno de ellos. Pero esto no es suficiente en Dementia Village para hacer la vida de sus habitantes lo más confortable posible: los cuidadores llevan ropa de vestir adaptada al rol que desempeñan en cada uno de los ambientes. En el ambiente de clase trabajadora simulan ser vecinos, mientras que en al ambiente de clase aristocrática llevan ropa de camarera/o o sirvienta/e. Los residentes dentro de cada casa tienen su propia habitación y comparten con el resto el comedor, el salón y la cocina. Además y de nuevo con el objetivo de que los residentes se sientan útiles y activos en su día a día, éstos van al supermercado para hacer la compra con la que se preparará su comida y ayudan también a las cocineras/os a prepararla como si estuvieran en su casa e incluso a fregar. En las puertas no hay cerraduras y los residentes tienen la libertad de pasear por la “ciudad”, parándose si lo desean en el supermercado, el teatro o el café. A pesar de todo esto el personal médico y en general no engaña al paciente si éste pregunta en elgún momento donde se encuentra. Le debe de tratar de explicar con sinceridad las características del lugar donde se encuentra y el objetivo del mismo. En definitiva, Dementia Village está concebido como un espacio que simula la realidad bajo control médico, con el fin de que las personas que sufren Alzheimer y demencia puedan sentirse útiles e integradas. Así que si a esta ciudad viajáis y visitáis su Cafetería o Teatro ya sabéis que os encontraréis con gente como tu que estas leyendo y como yo que lo estoy escribiendo, es decir, con mucho que hacer y con mucho que vivir. Nada más, nada menos.
“Y lo que permanece es la maravillosa vida que solíamos vivir y que aún queremos vivirla. Nada más, nada menos.”Dementia Village Architects.
Link de interés: http://dementiavillage.com